jueves, 28 de agosto de 2008

Conflicto Agropecuario. Consecuencias de los 120 días que nunca debieron ser.


La política argentina es única en el mundo y nunca dejará de sorprendernos. Cuando el actual gobierno de la presidenta C. F. de Kirchner daba sus primeros pasos, allá por diciembre del año pasado, ni el más pesimista de los análisis políticos de aquel momento pudieron anticipar que un reclamo, que comenzó siendo de corte netamente sectorial, terminaría desembocando en un conflicto político y económico, que desató un estado social de crispación, y desgastó terriblemente la imagen presidencial.

Tal cual dijimos hace unos meses en la primer nota publicada en nuestro Blog, nos cuesta creer que viviendo en un país donde un gobierno elegido por el 46 % de los votos, que cuenta con U$S 50.000.000.000 en reserva, con el 8% de desocupación (según indican datos oficiales del INDEK), y en donde la economía crece sostenidamente desde hace cinco años, se pueda llegar a estos niveles de conflicto. La histeria colectiva, desencadenada por la confrontación, hizo que los ejes que verdaderamente desnudó dicha disputa se los corriera de lugar, para terminar banalizando la discusión en la pelea por quién tenia más carpas instaladas en la Plaza de los Dos Congresos (con partido de rugby, plasmas 29 pulgadas, play station y toro “Alfredito” mediante).

Es notable la falsa e intencionada polarización que se instaló frente al conflicto. A lo largo de cuatro meses se abordó el problema como si todo el tiempo hablaban de un Boca-River: de un lado estaba “el Gobierno”, y del otro “el campo”; y en esto fue clave el rol que protagonizaron los medios masivos de comunicación, que jamás tuvieron la intención de aportar claridad en el manejo de la información, mostrándonos una versión “Billiken” del conflicto, más cercana a los vaivenes de un Reality Show, que a la seriedad del análisis que merecía el caso. Si bien exceden las pretensiones de este artículo, es para analizar con detenimiento el rol estratégico de estos mismos medios de comunicación sobre el control de la opinión pública, ya que desde su pretendida (y ya casi burda) independencia, se constituyen en un formidable instrumento de control social, con poder de lobby a favor de los sectores concentrados de la economía y gran capacidad de presión.

Desde el Partido Socialista históricamente se han acompañado los reclamos de los pequeños y medianos productores. Fue a instancias de Juan B. Justo, pionero en el estudio del problema agrario en la República Argentina, que el PS aprobó en 1901 un “Programa Agrario” muy avanzado para la época, que daría inicio a la legislación agraria argentina. Dicho programa planteaba el combate contra el latifundio y la concentración de la tierra, junto a la consecuente promoción de una clase de pequeños propietarios, como los elementos centrales en la estrategia socialista para abordar la cuestión agraria.

Frente al problema puntual de las retenciones, como socialistas, siempre planteamos ser partidarios de “avanzar hacia un esquema de retenciones diferenciales y progresivas, que reconozca las asimetrías existentes entre los grandes pooles de siembra y fideicomisos financieros que administran miles de hectáreas, y los pequeños y medianos productores, muchos de ellos nucleados en entidades cooperativas, que históricamente han cimentado el desarrollo económico y social del interior del país, resguardándose al mismo tiempo el consumo interno, especialmente de los sectores de menores ingresos. Asimismo, deben tomarse medidas que garanticen la justicia distributiva en lo recaudado, que deben contemplar necesariamente un criterio verdaderamente federal que le permita al Estado en sus diferentes niveles–provincial, municipal y comunal– llevar el bienestar a sus ciudadanos”, tal cual reprodujo la última declaración del Comité Ejecutivo Nacional del PS sobre el tema.

El país de las falsas consignas y las medias verdades.

¿A favor o en contra de la retenciones? ¿Con el gobierno o con el campo? ¿Gobierno Popular vs Oligarquía? ¿Gobierno Popular vs Golpistas? Los últimos cuatro meses estuvieron signados por opiniones plagadas de falsas consignas, medias verdades y dicotomías inexistentes.

Por el lado del Gobierno Nacional, la pelea con el sector agropecuario desnudó muchas cosas que hasta ese momento venían tapadas. Por ejemplo, cómo (no) se redistribuye la riqueza en nuestro país, cómo se reparte, quiénes la acumulan y quienes la ven pasar. Sacó a la luz la nefasta política agraria impulsada por el modelo Kirchnerista, y para describirla citamos a Ulises Forte, vicepresidente de Federación Agraria Argentina: “Tenemos alguna disidencia con lo que plantean algunos colegas, que creen que este país no tiene política agropecuaria. Nosotros decimos que sí la tiene, y viene desde hace mucho tiempo atrás: es la de una concentración descomunal de la riqueza. Ahora se están cuestionando los “Pools de siembra” pero durante cinco años se los fomentó y también a la patria financiera para cultivar soja”.El doble discurso oficial pasa por la hipocresía de instalar el eje de la redistribución de la riqueza, pero manteniendo las exenciones impositivas a los fideicomisos financieros, figura que se utiliza para instalar los Pools de Siembra. Léase mas claro: quienes màs ganan son los que menos pagan. Eso es, lisa y llanamente, concentración de riqueza, de la que el Sr. Urquía (Senador Nacional del Frente para la Victoria, por Córdoba), dueño de la Aceitera Gral. Deheza, una de las más grandes del país, es un fiel exponente.

Y otro tanto por el lado del sector agropecuario. Nos cuesta entender que la entidad agropecuaria que históricamente ha defendido los intereses genuinos de pequeños y medianos productores, como la Federación Agraria Argentina, se haya aliado a verdaderos representantes de la “alta aristocracia nacional” nucleados en la Sociedad Rural Argentina, que poseen un dudoso concepto de la democracia, tal cual dejó entrever el vicepresidente de dicha entidad, Ricardo Buryaile, cuando declaró la necesidad de “disolver el congreso” si es que éste ratificaba la polémica Resolución 125. Este tipo de manifestaciones, de una peligrosa esencia antidemocrática, deja en evidencia que la SRA solo defendía la quita de las retenciones móviles para preservar sus privilegios económicos de clase. Lo paradójico de la realidad es que a casi 100 años de cumplirse el “Grito de Alcorta”, las organizaciones que fueron protagonistas de ese hecho trascendental para la época (los pequeños y medianos productores que dieron nacimiento a la FAA, enfrentados a los grandes terratenientes de la SRA) hayan unificado el reclamo, lo que antaño hubiese sido impensado. La irracionalidad del planteo y las estrategias para combatirlo sólo obtuvieron como saldo final que los grandes beneficiados por el conflicto (que nuevamente son “los beneficiados de siempre”) fueran los grandes concentradores de tierra y las cerealeras multinacionales, teniendo en cuenta que de los 75.000 productores sojeros que hoy existen en el país, menos de 3.000 concentran el 54% de la producción y los 72.000 restantes tienen el resto.

Pero hubo otras discusiones de fondo que tampoco se quisieron dar: el aniquilamiento de nuestra soberanía alimentaria es una. Hoy la soja es la vedette de las oleaginosas, por ser el commoditie más rentable. Los capitales especulativos, en estos últimos años, se han dedicado a invertir en Soja. Eso acarreó más “sojización”, el corrimiento de la frontera agraria (se han desmontado bosques y se quitaron tierras destinadas al pastoreo para sembrar ese “yuyo”), que produjo -y produce- efectos nocivos sobre la tierra, propios del monocultivo, provocando en muchas localidades del interior una profunda migración de campesinos a la ciudad, por ser este un cultivo que requiere de poco personal para trabajarlo y tiende a concentrar la tierra, dando inicio a la llamada “agricultura sin agricultores”. Al producirse soja y nada más que soja, perdemos capacidad de ser un país que elabora una multiplicidad de cultivos, que tenga como objetivo primordial el autoabastecimiento en primer lugar, y la posibilidad de exportar otros alimentos, en segundo lugar. Por eso, cuando hablamos de soberanía alimentaria, cuando hablamos de concentración de la tierra, o cuando hablamos de los “nuevos sujetos agrarios”, necesariamente hablamos de lo imperioso de discutir una Reforma Agraria en nuestro país.

Argentina y el Reino del Revés (2º Parte).

En nuestro primer numero de la revista “La Vanguardia Joven”, allá por noviembre del año 2006, ya hablábamos de la Argentina y el reino del revés. Casi como un fatalismo, alejado de esa frase que hizo famoso a un presidente reciente cuando dijo que los argentinos “estamos condenados al éxito”; vemos con preocupación que el reino del revés que citamos en esa oportunidad siga reproduciéndose incesantemente, tomando como ejemplo màs claro de esto, que por primera vez en la historia de la política mundial un vicepresidente al que le toca desempatar en una reñida votación, lo hace en contra de su propio Gobierno.

Hoy las consecuencias del “Cletazo” tras la derogación de la famosa Resolución 125 son muchas, pero una de las màs claras es que la supuesta hegemonía que exhibía el gobierno hasta principios de este año ya no es tal, y empezaron a evidenciare las primeras fisuras en el Frente para la Victoria. El debilitamiento que sufrió el gobierno frente al resultado de la votación determinó la salida del Jefe de Gabinete Alberto Fernández, uno de los funcionarios que se autoproclamaba “iniciador del espacio kirchnerista”, y fuertes cuestionamientos desde diferentes sectores al papel que juegan personajes como el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

Pero en este reino del revés, cuando por primera vez en mucho tiempo se da una situación propicia para discutir seriamente una redistribución equitativa de la riqueza en nuestro país se lo hace con muy poca seriedad, con propuestas de corto alcance y ejes mal planteados, ya que el efecto real que hubiera tenido la ratificación de la Resolución 125, iba a favorecer a las grandes cerealeras (Cargill, Monsanto, etc), en desmedro de los pequeños y medianos productores, pero la demostración objetiva de que el tema estuvo mal planteado desde el inicio es que sin esa ratificación las multinacionales igual se vieron favorecidas. Siempre dijimos que si bien hoy este gobierno goza de una situación macroeconómica favorable, sustentada por la alta rentabilidad en la exportación de granos y carnes por la creciente demanda internacional, observamos con preocupación que los sectores de mayor acumulación de riqueza sean los mismos que usufructuaron la matriz económica de los ‘90.

Creemos que se ha dejado pasar una buena oportunidad para discutir una política agraria sustentable de mediano y largo plazo, alejada del monocultivo de soja; para avanzar sobre la necesidad de reformular este sistema impositivo regresivo, que cobra el 21% de IVA tanto a la harina, como a las joyas de oro y plata, pero que exceptúa de pagar Impuestos a las Ganancias a Repsol-YPF; y también para empezar a ejercer un federalismo realmente representativo, ese mismo que garantiza nuestra Constitución Nacional, y no una hipercentralización en las decisiones de gobierno, ya que con ese mismo criterio es que se distribuyen discrecionalmente los recursos a Gobernadores e Intendentes “alineados”, sin respetar las asimetrías necesarias para garantizar equidad, que debería regir en un Presupuesto Nacional y en una Coparticipación acorde a las circunstancias.

Pero la “fiesta” continúa y no vemos verdaderas intenciones de redistribuir, ya que no se siguió avanzando hacia una modificación impositiva sobre otros sectores de fuerte concentración, tal como la Industria Minera, altamente extranjerizada, que posee subvenciones al precio de la energía, y con una ausencia total de controles por parte del Estado. Lo mismo podríamos decir de la Renta Financiera que recién en estos días empezó a discutirse la posibilidad de gravarla, lo cual no deja de ser bueno, pero pareciera ser más una cuestión de circunstancia política posterior a la derrota en el senado, que una cuestión de conceptos o de un lineamiento que comprendía la agenda de este gobierno.

Nos queda claro que en estos 120 días de conflicto fueron muchas las mentiras que sistemáticamente se reprodujeron desde el poder central. Cuando el conflicto recién comenzaba, el Gobierno Nacional aducía que las retenciones móviles se afectarían a mejorar la distribución de la riqueza, ya que las mismas son, en si mismas, “redistributivas”; luego se argumento la cuestión ambiental; mas tarde se dijo que se implementaban para “proteger la mesa de todos los Argentinos”; después se los escucho decir eran necesarias para construir Hospitales, Dispensarios y caminos rurales; y por ultimo, en este camino de dichos y desdichos, el ex presidente ligó la suba de las retenciones con los compromisos del país en materia de deuda externa. Ahora, lo que nunca terminó por quedar claro es ¿Cuál era el verdadero destino del dinero de las retenciones móviles?

Mientras no se profundicen estas discusiones, mientras no empecemos a hablar de un cambio profundo y progresivo en la raíz de nuestro sistema tributario, la redistribución de la riqueza será solo una expresión de deseos. Por eso creemos que fue mentiroso instalar el eje de la redistribución frente a la aprobación o no de la resolución 125, ya que las retenciones móviles, en si mismas, no redistribuyen nada, pero si creemos imprescindible el debate de cómo captar la renta extraordinaria y también cómo usarla, ya que de no ser así seguiremos viviendo en un país cada vez más rico pero cada vez más injusto.

Ese es el camino que, entendemos, debería tomar el gobierno. Abandonar ese estilo caudillesco y miope, que le impide convocar a espacios plurales, como puede ser el Consejo Federal Agropecuario, ampliado a los gobernadores, y dialogar con los distintos actores sociales y políticos que tiene nuestro país tal como lo propuso el gobernador Hermes Binner, para de esta manera poder consensuar una Reforma Agraria con lineamientos de mediano y largo plazo. Se hace imprescindible profundizar este debate sobre qué hacer con la riqueza en nuestro país, si es que verdaderamente queremos mayor igualdad y justicia. Si es verdad que esto tiene prioridad en la agenda del gobierno nacional, solo hace falta voluntad política, y por lo que hasta aquí hemos visto esta voluntad, al menos por ahora, no existe.

Juventud Socialista
Agosto de 2008


Fuentes :
Declaración política del CEN: “El Partido Socialista y la cuestión agropecuaria”
“El “yuyo” que no quisieron podar” - http://www.criticadigital.com.ar/
"La cuestión agraria" - Juan B. Justo
"Política de desarrollo agropecuario" - Propuesta de diez puntos del Gobernador Hermes Binner
Intervención parlamentaria de Senador Rubén Giustiniani - Presidente del PS