Pasaron 10 años del 29 de abril de
2003. Fue ese fin de semana lluvioso que empezamos a escuchar
–siempre por rumores–, que el agua se venía. Y entonces subimos
algunas cosas a una mesa o a una silla, cargamos bolsas de arena,
compramos velas por si se cortaba la luz. Ninguno de nosotros
esperaba realmente que el Salado tape casas, patios, calles, vidas,
recuerdos. Ninguno de nosotros supo adónde ir, adónde llevar a los
más chicos. La mayoría se dio cuenta del desastre con el agua en la
cintura. Y ocupamos las escuelas, los clubes, las casas a las que el
agua no había llegado. Deambulamos semanas esperando a que el Salado
baje. No teníamos nada, no éramos nada, y nos llamábamos los
inundados.
Faltaron entonces los gobernantes,
aunque alguien escuchó al Lole el 29 de abril en la radio diciendo
que el agua no llegaba a Centenario. Otros lo vieron en el Hospital
de Niños, cuando la inundación era inevitable. Quizás en ese
momento pensó en las obras que estaban sin terminar, en que no
ordenó la evacuación antes de que los vecinos tuvieran que salir en
canoa de sus casas. Nosotros sí podemos inflar el pecho y decirlo
con todas las letras: a nosotros nadie nos avisó.
Por eso, diez años después, decimos
“que no nos inunde el olvido”. Porque las imágenes de entonces
no van a borrarse. Pero es necesario que tampoco olvidemos quiénes
fueron los responsables, por qué pasó lo que pasó, qué obra no se
terminó, quién tenía que avisarnos y no lo hizo.
A diez años, sólo nos queda
movilizarnos para exigir justicia. Aunque el tiempo ya pasó, y a
duras penas nos reconstruimos, debemos unirnos en un reclamo que le
haga frente a la impunidad. Tenemos que hacer sentir nuestras voces:
decir que muchos de nosotros arrastramos enfermedades, aún tenemos
pesadillas, no pudimos recuperar nunca aquella foto, los libros, las
cartas. Lo que éramos antes del 29 de abril de 2003. Que los muertos
no son 23, como les contaron a los medios, sino 158 vidas que se
llevó la tragedia. Que tuvimos la fuerza suficiente para pederlo
todo y volver a empezar, seguir adelante.
Decidimos hacer un mural porque es una
forma de dejar un sello, de decir que Barranquitas tiene memoria, que
hace 10 años nos olvidaron pero nosotros elegimos recordar. Pintamos
en la calle el testimonio de lo que vivimos, pero también de las
luchas que comenzaron en 2003. Y tiene la gracia de que lo hacemos
entre muchos, que cada uno pone ahí un poquito de su esfuerzo, ayuda
al de al lado, se pone de acuerdo. Hoy tendríamos que inaugurarlo
pero la lluvia nos frenó. Están invitados a proseguirlo. Y mañana
29, a las 18 hs, todos a la plaza a decir Barranquitas Presente.
Porque depende de nosotros que la
justicia nos de una respuesta, depende de nosotros movilizarnos para
que esto no vuelva a pasar.
PROYECTO PARTICIPACIÓN ACTIVA
PatasArriba - Cooperativa Cultural
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