En la madrugada de ayer, la Cámara de Diputados de la República Oriental
del Uruguay, en una ajustada votación, con 50 votos a favor y 46 en contra, dio
media sanción a un proyecto de ley que legaliza la producción, comercialización
y consumo de marihuana.
Desde el Grupo de Despenalización
de la Juventud
Socialista saludamos la iniciativa, convencidos de que
nuestro vecino hermano país ha dado una clara muestra de madurez política;
Uruguay decidió hacerse cargo de la problemática del consumo de
estupefacientes! Esta medida allana el camino para la implementación una política de Estado que
pueda dar respuestas a usuarios recreativos, medicinales, a producir
modificaciones en el sistema de salud, y a enfocar la mirada represiva en el
combate al narcotráfico, verdadero flagelo de esta sociedad problemática.
Queda claro que la marihuana no
es inocua (como no lo es ningún estupefaciente, legal o ilegal), y que produce
en mayor o menor medida efectos no deseados,
Pero vale resaltarmos que parte del debate del día de ayer, se centro en
la proliferación del uso de la cannabis desde una esfera científica. En el
campo medicinal, la industria farmacéutica investiga y desarrolla cannabinoides
como calmantes, sustituyendo a los opiáceos. También investiga aplicaciones
para el tratamiento de varios tipos de cáncer. Esto demuestra que no todo los
atributos de la planta son oscuros. De hecho ya hay grandes laboratorios que
han comprado licencias en más de 20 países para comercializar medicamentos en
base de cannabinoides.
Cuando hablamos de
despenalización y nuevo abordaje de estupefacientes en Argentina, nunca lo
hacemos con la idea de fomentar o relajar la idea del consumo, nuestro discurso
está atravesado por la idea del consumo responsable y eso lo dejamos en claro
siempre. Pero tampoco podemos tapar el sol con la mano y negar que las
consecuencias aparejadas por la ley nacional 23.737 (tras 24 años de
aplicación) son insostenibles.
Dicha ley no fue -ni es- una
herramienta útil para combatir el narcotráfico, no redujo los niveles de
consumo, y multiplicó por las nubes el número de causas penales a consumidores
con cantidades mínimas -quienes desde 2009 están amparados por el fallo
Arriola, que declaró la inconstitucionalidad de la ley en esos casos- lo que
provocó una saturación el Sistema Judicial. El llamado “Paradigma
Prohibicionista” nos lleva a un callejón sin salida. Es una paradoja que busca
eliminar los posibles daños que puede causar una sustancia, generando mucho más
daño que la sustancia misma. En el mundo se comprobó lo mismo.
Diferenciar el consumo del
narcotráfico es la clave para comenzar a dialogar. La educación y la
información son herramientas fundamentales para instalar el debate, y abordarlo
multidisciplinariamente. Es necesaria una batería de medidas que incluya:
Despenalización para consumo Personal; una Ley de Prevención y Atención de las
Adicciones; Políticas educativas, y de acceso a la información, que apunten a
la prevención; un Programa Nacional de Salud para la atención Integral de
Usuarios (con tratamiento ambulatorios, y en consonancia con la Ley de Salud Mental); Discutir
estrategias de reducción de daños. Pero todo esto se logra comenzando un
debate, que a nuestro criterio es impostergable.
En ese camino estamos, y la respuesta Uruguaya
-de la que el mundo entero habla- nos abre una puerta importantísima. Hacia ahí,
creemos, debemos ir.
Grupo de Despenalización
Juventud Socialista
despenalizacionya.js@gmail.com
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