viernes, 28 de mayo de 2010

LAS DEUDAS DEL BICENTENARIO

200 años de la revolución. 200 años que, como país, nos renuevan especialmente la reflexión sobre nuestro devenir histórico, que como sucede en los aniversarios nos exigen hacer un balance sobre los errores, los aciertos, de cuánto hemos hecho y cuánto hemos madurado para considerarnos una verdadera Nación, una República en sentido estricto.
El 25 de Mayo de 1810 marcó un hito para nuestro pueblo. Marcó la ruptura con un orden que nos era impuesto desde afuera, marcó el rechazo tanto a la Corona Española, como a las invasiones Inglesas. La Revolución fue un acto de rebeldía, que encarnaba el espíritu de libertad, y que llevaba implícita la idea de empezar a pensarnos como Nación con cabeza propia, asumiendo los costos y con plena conciencia de que la tarea no sería nada fácil. Vino a cristalizar un movimiento liberador que venía buscando mayor participación política y económica de los criollos.

Los hombres de la Primera Junta representaban intereses bien distintos. Saavedra, Castelli, Belgrano, Alberti, Matheu, Larrea, Paso y Moreno no necesariamente provenían y representaban a sectores homogéneos. “Saavedra –dice Juan José Real en su Manual de Historia Argentina- representaba los intereses de los grupos más reaccionarios ligados al monopolio porteño y al feudalismo del interior, siendo además el partido militar. El otro grupo encabezado por Mariano Moreno, secundado por Belgrano y Castelli, representaba la fracción más avanzada y resuelta del movimiento de mayo”. Pero, a pesar de esto, supieron ponerse a la altura de las exigencias de la historia, para liderar un proceso emancipatorio que terminaría décadas más tarde plasmándose en la primera Constituyente y en el nacimiento del estado-nación argentino.

Pero la Revolución de mayo marcó también un punto de inflexión fundamental en la historia de nuestra construcción nacional, los hombres y las mujeres de la revolución que limpiaron las hojas para escribir nuestra propia historia.

La Revolución fue el inicio de una serie de acontecimientos históricos no menos trascendentales para nuestra historia, como fueron la Asamblea del Año XIII, la Declaración de Independencia, y la Batalla de Pavón. En la Asamblea se abolieron los privilegios y la esclavitud. En la Declaración de Independencia de 1916, el país proclamó en el Congreso en Tucumán la existencia de una nación libre e independiente de la Corona Española, inaugurando el largo proceso de unificación nacional. Y la Batalla de Pavón fue el acontecimiento que evidenció la puja entre dos esquemas de organización nacional: los unitarios y los federales.

Las hojas en blanco se llenaron de pugnas de poder, se pensó una nación, pero se pensó una nación para pocos, las mujeres de la revolución fueron las primeras olvidadas por los hombres de la revolución que conducían ahora una gran nación. La nación era para hombres blancos, europeos y había que erradicar lo y los que ocupaban sus tierras. Porque también la nación y la república eran para los hombres blancos y propietarios.

El recorrido de las botas militares, en nuestras limpias hojas en blanco después de los primeros cien años de revolución, nos siguen doliendo en la historia; pero nos enseñaron el gran valor que suma a la nación y a la república, la democracia. Es por eso que hoy elegimos mirar selectivamente en retrospectiva y ver qué tanto tenemos de ese doloroso camino que caminamos con nuestros antepasados.
Hoy nuestra gran nación necesita, como entonces, que la política sea pensada por y para la nación y no en pro de intereses espurios y mezquinos. Nuestra nación demanda de instituciones democráticas, sólidas, creíbles y respetuosas y garantistas de los derechos humanos de toda su población.

Los credos que se expresaron en la Asamblea del Año XIII demandan que no exista trabajo esclavo o reducción a servidumbre ni en las fábricas textiles de Ciudad Autónoma ni en los circos tristes que en cada semáforo dejaron los `90.
Los anclajes políticos y económicos con la metrópoli se rompieron con la declaración de independencia, pero encontramos otras naciones que nos dejaron creer en una pseudo independencia política mientras seguían gobernando los designios económicos de nuestro país. Esta deuda es latinoamericana, esta deuda es la construcción de un bloque latinoamericano que hermane política, social y económicamente a nuestro continente…porque alguna vez nuestros revolucionarios pensaron en libertar un continente.
La constitución federal se sorprende porque todos los festejos del bicentenario quedan en Ciudad Autónoma, junto con los mejores hospitales y con los subsidios al transporte, y es un solo poder central quien decide discrecionalmente qué le corresponde a cada provincia según el grado de obsecuencia que se exprese ante ese mismo poder central.
Es importante celebrar 200 años de nuestra joven república, pero nosotros y nosotras también como jóvenes socialistas, tenemos clara nuestra responsabilidad frente a las hojas en blanco que le quedan a nuestra nación. Asumimos entonces la responsabilidad de seguir trabajando para intentar saldar las deudas del Bicentario, tal como hace más de cien años lo venimos haciendo desde la fundación de nuestro partido.

Juventud Socialista
Ciudad De Santa Fe

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