lunes, 30 de septiembre de 2013

A 100 años de la Ley Palacios: desafíos vigentes




Compartimos el documento producido por lxs compañerxs de la Agrupación Justo (de la Facultad de Derecho), el cual fue leído en ocasión de la Charla-Debate sobre la temática que llevaron a cabo el martes pasado en esa unidad académica, y que sirve de insumo para dejar abierto este complejo debate. A continuación, el texto:

100 años han pasado de aquel 23 de septiembre de 1913 donde veía la luz la primera ley contra la trata de personas de Latinoamérica y era Alfredo Palacios –primer legislador socialista- el encargado de llevar adelante el debate en el congreso. Corría el año 1913 y por entonces había en Buenos Aires más extranjeros que nativos y más hombres que mujeres. Cafiolos, rufianes y proxenetas manejaban el negocio de la prostitución regulado por el Reglamento de Prostíbulos de Buenos Aires de 1875, que decía como toda protección que: “no podrá haber en los prostíbulos mujeres menores de 18 años, salvo que se hubieran entregado a la prostitución con anterioridad”.Con el nuevo proyecto de ley presentado por Palacios tipifico el delito estableciendo “se reprimía con tres a seis años de penitenciaria el que promoviere o facilitare la corrupción o prostitución de mujeres mayores de 18 años y menores de 22 para satisfacer deseo ajeno”.

Con este nuevo marco normativo, el Estado Argentino fijo su postura “abolicionista”, por la cual castiga a quienes promuevan o faciliten la prostitución de personas menores edad o de mayores cuando mediare engaño. Como recuerdo y a modo anecdótico queda aquella carta recibida por Alfredo Palacios cuando promediaba un año de la sanción de la ley diciendo lo siguiente:

“Usted no me conoce, doctor, pero soy de las tantas jovencitas que allá por 1914 me salvó de las garras del hampa. Me trajeron adolescente de Varsovia, engañada, creyendo que me ponía a servir en casa de familia honesta que me daría educación, pero caí. No se imagina, doctor, lo que pasé. Me golpearon, me encerraron, me hicieron prostituta. Estaba vencida, entregada, no conocía a nadie a quien acudir. Pero se levantó su voz y los explotadores se acobardaron; tenían miedo de usted, de esa ley que había conseguido, la ley Palacios, como después la llamaría el pueblo. Usted, doctor, salvó a una joven inocente. Cuántas como yo se han salvado. A usted le debo todo. Muchas, muchas gracias.”

Hoy, 100 años después, algunas cosas poco hay cambiado; seguimos hablando de clientes poderosos, de explotadores sexuales con fuerte poder económico y de la connivencia con los poderes del Estado como socios en este negocio, sumándole que nuestro país ha demostrado un significativo olvido del tema, a pesar del conocimiento que de la magnitud del problema se tenía y se tiene por el incansable trabajo llevado a cabo por las organizaciones no gubernamentales de mujeres y las redes y coaliciones dedicadas al tema.

Debe el Estado, en todos sus niveles y a través de sus tres poderes, hacerse cargo del compromiso que hasta hoy, casi en soledad, han asumido con su trabajo, las numerosas organizaciones no gubernamentales dedicadas al tema y un conjunto de personas –como Susana Trimarco, la madre de Marita Verón- se han comprometido con la búsqueda y asistencia de la victimas de trata y explotación sexual a partir de tristes y lamentables experiencias personales o familiares por las que han tenido que pasar.

Al repasar el debate legislativo, cuando se discutía el proyecto propuesto por Alfredo Palacios, subyace en ese debate otras discusiones que aun hoy, 100 años después, no hay sido saldadas: ¿Son la pobreza y la exclusión los responsables de las prácticas prostituyentes? ¿Cuál debe ser el rol del Estado? ¿Debe reglamentar y controlar, o bien abolir, prohibir y castigar? El debate aún sigue abierto.


JUSTO
justo.fcjs@gmail.com
Proyecto Participación Activa
Juventud Socialista – Ciudad de Santa Fe

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