Compartimos y hacemos nuestro el
aporte de Sergio Balardini (Director de Proyectos en Fundación Friedrich Ebert,
Docente e Investigador en FLACSO, Coordinador Grupo de Trabajo sobre Juventud
en CLACSO) referido a la discusión que se viene dando desde hace algunos días atrás sobre el abordaje de la política en las escuelas, la intromisión de agrupaciones partidarias
fomentado desde agencias estatales, y el debate válido y necesario sobre la
participación juvenil.
La mirada renga sobre la democracia. O como separar las aguas.
Por estos días, me han preguntado
en varias ocasiones qué opinaba sobre la polémica desatada alrededor del tema
“política en la escuela”, y como me siguen llegando consultas, solicitudes de
opinión, y “solicitadas” a firmar, voy a dejar aquí, mi punto de vista.
1) Me parece valiosísima, social
y políticamente, la participación de los chicos en las escuelas secundarias, en
agrupaciones políticas, a través de su participación en Centros de Estudiantes,
y en proyectos institucionales en los que las y los adolescentes puedan
involucrarse y atravesar experiencias de solidaridad y compromiso.
2) Partiendo del valor de la
participación en la escuela, y apoyando las acciones de compromiso colectivo
(frente a las salidas puramente individuales), afirmo que, el campo de lo
cuestionable, es la eventual partidización de estas prácticas al interior de la
currícula o de proyectos institucionales.
3) Al mismo tiempo, tener muy
claro la importancia de separar una crítica de la otra, porque así como una no
respeta reglas básicas del juego democrático, la otra, demoniza la
participación política en los secundarios como reaseguro de una democracia
formal que no construya ni los valores ni la fuerza necesaria para enfrentar a
los poderes concentrados y fácticos.
4) Que no es ninguna ingenuidad
no utilizar los recursos públicos al servicio de un sector, sino parte de la
construcción de una política con valores, que pueda debatir y discutir un
proyecto asentado en su práctica.
5) Que hay que analizar, con
mucho cuidado, de qué se trata en cada caso. Porque no es lo mismo utilizar sin
controles recursos de una agencia estatal al servicio de un sector que, la
participación en centros de estudiantes (organización que, bien entendida, es
de los estudiantes y no de la escuela) donde por lo común hay representación de
agrupaciones políticas con identificación partidaria, en tanto que el debate y
pugna entre ellas, y asimismo, las demandas propias del centro de estudiantes,
responden a un ámbito de agremiación de pares (incluyendo el derecho a
pronunciarse sobre cuestiones que exceden su ámbito escolar).
6) Que, con esa misma atención,
deberán evaluarse situaciones que se mueven en una cierta zona gris, y que
todos aquellos que militaron no pueden desconocer. ¿Qué sucede cuando una agrupación
estudiantil con adscripción partidaria propone a sus compañeros estudiantes una
actividad de debate político en formato taller (por ejemplo, discutir la
legitimidad de la deuda externa)? La respuesta es: depende. Todas las
agrupaciones secundarias han realizado y realizan actividades de este tipo:
peronistas, radicales, socialistas, comunistas, trotskistas, del más variado
pelaje. El límite que no debería cruzarse es el compromiso de la
institucionalidad escolar al servicio de un sector partidario y, más aún si con
recursos de alguna oficina estatal.
7) Asimismo, me gustaría
subrayar, que al contrario de lo que podrían suponer sus promotores, la
eventual instrumentalización sectorizada y “desde arriba” aún con la intención
de alentar la participación, iría en demérito de tan legítimo propósito, de
avanzar hacia una mayor y más comprometida participación, al soslayar la
pluralidad de voces, la crítica y la deliberación.
8) Que la respuesta que el GCBA
ofrece ante la eventual partidización de la institución (porque no hay
denuncias de que algo así haya sucedido en las escuelas de la ciudad, y aún si
las hubiere), es la delación y la denuncia de la participación política de los
secundarios, que continúa y desarrolla la solicitud de listados que en anterior
ocasión se hiciera de los nombres de alumnos involucrados en ocupaciones de
escuelas. El Ministerio de Educación de la ciudad tiene todas las herramientas
institucionales para estar en conocimiento de lo que sucede en sus
establecimientos (y si no las tuviera sería una grave falla de su gestión),
insisto en ello, todas las herramientas institucionales, sin necesidad de
recurrir a una práctica propia de Micky Vainilla.
9) Finalmente, el debate y la
participación política deben ser alentados y promovidos, también en la escuela,
dentro de un marco de respeto, pluralidad y equidad. Tanto como la realización
de acciones sociales e iniciativas culturales que impregnan de valores las
vidas de las los jóvenes, si queremos erigir un país de ciudadanos involucrados,
activos, que opinen, decidan y construyan juntos.
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